sábado, 3 de diciembre de 2011

No puedo... No tengo ganas ni de escribir, no tengo fuerzas para pensar...
No lo entiendo, no entiendo que esto duela tanto, que nos pasaran tantas cosas en 2 meses... Me acuerdo de aquel privado, de la sonrisa que de repente iluminó mi cara, del momento en el que nos besamos por primera vez, no me importaba el frío, sólo me importaba el aquí y ahora, me la sudaban todas las consecuencias que eso pudiera conllevar...
Entonces comenzó todo, ya sabes el resto...
Pero dime por qué no consigo entenderte, no le veo sentido a lo que dices, sólo siento que me duele...
Es como si un niño corre mucho y se cae. Se hace una herida en la rodilla. Al principio llora. Llora mucho... Y piensa que ya no podrá levantarse del dolor... Hasta que viene alguien que lo cura, y se le forma una costra tan débil que en cualquier momento puede volver a abrirse, que necesita paciencia, y que puede dejarle marca...
Pero las heridas son así... Se hacen, duelen, te hacen sufrir... Pero tarde o temprano se tienen que curar...
No puedes pedirme que todo siga como antes, ni que no esté mal, porque sabes que yo no soy de esas personas a las que les es fácil ocultar lo que están pensando...
Pero lo que más me jode de todo es que la situación de ese la provoqué yo, si no lo hubiera hecho ahora no estaría llorando ni escribiendo esto, mientras te mandaba sms sonreiria,,habría dormido de un tirón y no sentiría esta necesidad de deshaogarme escribiendo...
No le des vueltas, no te eches la culpa, sólo hiciste lo que crees mejor para mí, para los dos... Y me cuesta mucho aceptarlo, pero no voy a dejar de creer en ti, como siempre he hecho... Y al final volveremos al mismo círculo vicioso en el que siempre te perdono después de tanto tiempo... Sólo que este tramo del círculo parece peor que los anteriores...




Asi funcionamos?

Me paso las horas muertas mirando a la pared, escuchando canciones que ya han perdido todo el sentido... Simplemente esperando una señal, una como las de antes, las que me hacían sonreír como la idiota que soy... Pero bueno, últimamente tengo la "suerte" de sonreír cuando hay alcohol de por medio... Sé que no es el mecanismo más apropiado, lo empiezo a comprobar... Despertarme cada mañana sin saber dónde estoy y volver a pensar en todo, en este nudo que ocupa mi garganta y humedece mis ojos cada vez que lo pienso... Pero tú no te das cuenta. Ni tú ni nadie quiere darse cuenta, nadie me da respuestas... Pasar de todo no me sirve de mucho, la verdad, estar toda la tarde bebiendo y riendo para llegar a casa y derrumbarme no es lo que precisamente me encanta... Ni siquiera tienes 5 minutos para intentar entenderme, sólo los tienes para fumar, beber o cualquier otra cosa... Sabes perfectamente que llevo días intentando solucionar esto, pero necesito que una pequeña parte de ti se de cuenta... Y si tienes que emborracharte para ello... Tendré que seguir pasando las horas muertas mirando a la pared...

viernes, 2 de diciembre de 2011

Despertarme.... Y volver a dormir. Y sonreír... Pero volver a mirar al horizonte. Correr ignorando los obstáculos, pretendiendo llegar cada vez más lejos, batiendo récords, quizás? Quizás buscando metas. Saber que sabes que sé que lo sabes y girar 360º para dejarme caer en picado. Una vez. Y otra. Y otra. Y otra. Marearme. Dejarme caer. Buscar oxígeno sin éxito, todas las moléculas están ocupadas ya en otros pulmones. Hay algo por ahí, qué tenéis entre manos? Vaya, una burbuja. Intentar entrar en esa burbuja que parece tan reconfortante donde está todo el mundo y no tener la fuerza suficiente para traspasarla. Nadie me habló ni de su existencia, por qué iba a necesitar entrar? Quedarme fuera. A pesar de todo, comunicación con el interior, pero no física. Visual. Estás dentro, te veo. Mariposas en mis oídos resonando, o aleteando? No sé, se fueron, ellas sí entraron. Oscuridad, silencio. Pondré algo de rap en mi cabeza. Espera, alguien me ha robado mis canciones. Intento gritar, pero alguien calla mi voz. Fue el tabaco, quizás? Fuiste tú? Golpeo el suelo. Ya no oigo nada. Bueno, sí, a mí, pero eso nunca ha sido improtante.

sábado, 26 de noviembre de 2011

OTRA NOCHE

Pues aquí estoy. Tumbada en la cama, bolígrafo en mano, tratando de escribir algo coherente ya que he desistido en eso de dormir… Miro el móvil, quizás esperando un sms de esos que me hacían sonreír, una llamada perdida de un número que no tenga porque le has pedido el móvil a alguien para llamarme, o no sé, una señal, algo… Pero la única imagen que mi móvil me devuelve es la de un fondo negro bajo un reloj digital que marca las 3:27. Menudas horas eliges para colarte en mi mente…
Tratando de conseguir un poco de sueño, abro el reproductor y selecciono la lista de reproducción “Slow” que tan minuciosamente creé con las canciones lentas que más me deprimen. Hago click en una al azar y aparece esa canción. Sí. ESA. De las 95 canciones que contiene esa lista y que suponen 6 horas y 32 minutos de música lenta, aparece justo esa. ¿Casualidad? ¿Putada por parte de mi móvil? Qué importa… Me limito a dejarla sonar mientras miro al techo con poco interés. Cierro los ojos, y las frases que se van sucediendo durante la canción se convierten en cada uno de los momentos que me hiciste sentir bien, especial, única, querida, feliz… Llámalo como quieras. El caso es… Que de repente me veo tumbada en el césped de aquel parque, mirándote a los ojos, sintiendo esas ganas de comerme el mundo contigo… Y por un momento todo es genial, sonrío… Pero de repente siento una sensación extraña. Tu mirada cambia, tus ojos se nublan, tus labios vacilan… Y cuando me quiero dar cuenta te sorprendo arrancándome el corazón. Y así, sin decir nada, desapareces, pero yo tengo un agujero enorme en el pecho y mi respiración se hace cada vez más difícil… Me has dejado aquí, tirada como a un juguete roto, y te has ido sin importarte nada, sin importarte yo… Mi cerebro no lo asimila, mis articulaciones se agarrotan, intento levantarme y me caigo… Acaba la canción. Abro los ojos, ni siquiera me había dado cuenta de que habían estado derramando lágrimas, pero la visión borrosa de las sombras nocturnas de mi habitación lo confirma. Miro el móvil, acaba de empezar otra canción que solía disfrutar contigo. Abro la galería, idiota de mí, para tratar de poner un fondo de pantalla más alegre, no sé, alguna foto sonriente con Eva, Carmen, Celia, Martín, Mir… Mierda. Tus fotos siguen aquí, y esa canción de fondo no hace más que empeorar las cosas. No puedo evitar que unas pocas lágrimas rebeldes recorran mi cara al darme cuenta de cuánto te echo de menos y de cuánto me había engañado a mí misma creyendo que ya eras historia, convenciéndome de que eras uno más, de que yo era incluso más feliz sin ti… Pero todo sigue ahí metido, en lo más profundo de mi cabeza, en ese pequeño rincón de las pocas cosas que cobran verdadera importancia para mí… En ese momento trato de odiarte, aunque sea un poco, una puta milésima parte de lo que te echo de menos, pero una vez más me resulta imposible. Y una vez más, una noche más, recuerdo cada segundo contigo, todo se sucede como un pase de diapositivas, todo. Me incorporo. Sobre mi impresora sigue esa piedra tan curiosa que me diste, ese “ojo de león”… Instintivamente bajo la mirada y eso me lleva a pararme a pensar en esta cama, otro recuerdo más sobre el que duermo cada noche… Me levanto, miro por la ventana… El parque donde pasaron tantas cosas contigo está oscuro, hostil, desierto… Abro la ventana y una brisa se precipita dentro de mi habitación. Suspiro. Enciendo un cigarro, y eso me lleva a recordar tu ocurrente metáfora entre la fugacidad de la vida y la rápida combustión de un cigarro convencional, lo que me lleva a mirarlo con añoranza, tristeza… Calada tras calada mis pulmones van acumulando humo y el cigarro se va consumiendo […]. Ya sólo queda la chusta. ¿Recuerdas…? Tú eras mi fumachustas… La miro fijamente, como esperando que aparezcas detrás de mí para cogerla y matarla mientras me abrazas fuertemente… Pero evidentemente, lo único que sucede es la entrada de otra corriente de aire que alborota mi pelo. Suspiro de nuevo… ¿Por qué no puedes desaparecer de una vez de mi vida? Ni siquiera te saludo, ni siquiera te tengo en Tuenti, ni siquiera tengo ya tus mensajes, ni siquiera tengo nada que conserve tu olor… ¿Por qué cojones no consigo olvidarte? ¿POR QUÉ? Además, sé perfectamente que ahora mismo en lo último que puedes llegar a pensar es en mí. Seguramente ni recuerdes la mitad de sonrisas que yo. Probablemente ni me merezcas, pero la teoría suele quedarse en eso, en simples palabras, y en la práctica todo vale, tenga o no sentido, tenga o no carácter masoca… […]
Han dejado de importarme tantas cosas desde que todo se esfumó, que ya ni siquiera me importa qué niñato/a cotilla y morboso se esté leyendo esto. Tampoco me importa fingir que estoy de puta madre, al fin y al cabo eso evita las preocupaciones y compasiones ajenas… Pero la verdad es que esta noche, a las 4:14 de otra madrugada más, escuchando esta vez a Lechowski con su “Por Amor Al Odio” de fondo que tanto me identifica últimamente, lo único que me apetece es desahogarme, contar todo esto que me oprime y conseguir al menos unas pocas horas de sueño y de no pensar en ti, siempre y cuando hoy no sueñe contigo...
No sé… Esto me supera, tengo que cambiar el chip. Yo, yo… Bah, mañana lo pensaré. Voy a tapar el bolígrafo (no quiero gastarlo, tiene que aguantar esta semana de exámenes que se me viene encima), apagaré el móvil, cerraré la ventana, me meteré lentamente en la cama, cerraré los ojos y pensaré en unicornios rosas trotando por el país de la Piruleta. Sí, e

No hay nada igual.

Hacen falta tantos momentos para que te importe alguien y tan pocos segundos para que te decepcione… Cada vez reduzco más mis expectativas en cuanto a lo que esperas de una persona. Desconfío. Pienso mal, y lo peor es que acierto. Quien quiera que se la haya llevado: devuélveme mi suerte! Me cuesta recordar cómo era eso de sentirte especial… Y me doy cuenta de que lo que más caracteriza a la gente de hoy en día es el egoísmo, y que a pocos les importas realmente; el resto se divierten jugando contigo a juegos un tanto crueles… Pero bueno, el caso es que la historia se repite tanto que te acaba siendo muy familiar, hasta el punto de que cada vez que se repite te afecta un poco menos (y eso es bueno, no?) porque te vas haciendo más fuerte a pesar de llenarte de cicatrices, pero vamos, que al final llegas a ese punto del que tanto hablo en el que todo te da igual. Típica metáfora en la que te caes una y otra vez, pero ya te levantas como un resorte, por inercia, porque aprendes que no sirve de nada quedarte ahí tirada llorando ni quejándote de la gran mierda que tienes encima; ya sabes que nadie te da tanta importancia como para acercarse a levantarte, simplemente te miran como quien va al cine a hincharse de palomitas… Y así es cómo descubres que fabricarte un escudo antisentimientos es la mejor idea que has tenido en mucho tiempo, pero claro, como eres un animal, no entiendes de nada y todo te sale mal, aparecen esas personas que te parecen tan encantadoras, que te ilusionan tanto y que son capaces de agrietar ese escudo con una simple sonrisa, o con sus “yo jamás sería capaz de algo así”, “qué asco de gente”, “yo soy diferente”, “confía en mí”, “no tengas miedo”, “me tienes aquí para lo que quieras”… Siempre los mismos argumentos, lo único que cambia es la manera en que te hacen daño a la hora de la verdad, cada forma de joder que inventan es más sorprendente e inesperada que la anterior, y cuando crees que ya lo has visto todo… Guau, se les ocurren ideas aún mejores…! La mente humana es tan enrevesada y retorcida que a veces asusta… Aunque bueno, reconozco que lo peor que una de esas geniales personas puede hacerte es decirte “Te quiero”, porque eres tan sumamente ingenua que siempre te lo crees.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Sí,me gusta fumar que coño me gusta fumarte.

Me gusta mirarte. Me encanta mirarte. Recorrer cada milímetro de tu piel con mis dedos y cuando menos te lo esperas, morderte el labio. Me gusta robarte camisetas, sudaderas... Porque huelen a ti, a ese olor que se me queda después de haber estado contigo. Me gusta idear una frase en la que pueda incluir todas tus expresiones, porque me gusta hacerte saber que eres parte de mí. Me gusta cuando me abrazas, cuando escuchamos canciones que se han convertido en nuestras como Paradise Circus, o cualquier otra de la lista "Slowwww" de mi Grooveshark tumbados, mirando al techo, diciendo tonterías, susurrándonos cosicas. Me gusta fumar; qué coño, me gusta fumarte. Fumarnos. Ese don que tienes para hacerme reír. Grabarnos en estados dudosamente normales, que me grabes a todas horas y sentirme acosada por los medios. Esas grabaciones que me mandas por whatsapp y que escucho mil y una veces para disfrutar de tu voz siempre que te eche de menos. Me gusta picarte, que me piques, que me hagas cosquillas y soplarte en la oreja. Me gusta "el después" de discutir, porque eso, la gente, ciertas personas y sus ciertas gilipolleces, nos hacen más fuertes, me hacen darme cuenta de lo genial que me siento estando contigo. Me gusta que me llames "pupete", pasarnos tardes enteras encerrados en esa habitación viendo las mil películas que tenemos pendientes y que van creciendo en el bloc de notas de mi Blackberry. Me gusta despertarme antes que tú y darte los buenos días por el Whatsapp, para que cuando tú te despiertes lo hagas con una sonrisa. Me gusta ese cosquilleo que me entra cuando se acerca el momento de verte y que sigo sintiendo desde la primera vez que te vi, allí, en Benidorm. Desde que me entró el venazo y te besé. Hace poco más de tres meses. Desde que perdí el miedo a pillarme por ti. Desde que me pillé por ti. Me gustan nuestras coincidencias, las casualidades que nos han unido y que parecen tan surrealistas y tan inimaginables que te hacen aún más especial si cabe. Me gusta que nos pongamos cursis, que me escribas cosas bonitas... Pero también me gusta nuestro lado salvaje, nuestro lado oscuro. Contarnos chistes de humor negro, trollearnos... Me gusta que me escuches, que me ayudes cuando me pasan cosas malas y a pesar de todo encuentres, por muy difícil que parezca, una mínima manera de animarme. Me gusta escucharte. Sentirte. Olerte, mirarte fijamente, que me preguntes "qué pasa? por qué me miras tanto?" y simplemente sonreír al saber que tú eres uno de los pocos motivos por los que lo hago cada día. Y, sobretodo, me encanta, y sé que a ti también, que se me ponga esa cara de tonta cuando me miras...

Sonreír al mismo tiempo llorar..

Despertarme.... Y volver a dormir. Y sonreír... Pero volver a mirar al horizonte. Correr ignorando los obstáculos, pretendiendo llegar cada vez más lejos, batiendo récords, quizás? Quizás buscando metas. Saber que sabes que sé que lo sabes y girar 360º para dejarme caer en picado. Una vez. Y otra. Y otra. Y otra. Marearme. Dejarme caer. Buscar oxígeno sin éxito, todas las moléculas están ocupadas ya en otros pulmones. Hay algo por ahí, qué tenéis entre manos? Vaya, una burbuja. Intentar entrar en esa burbuja que parece tan reconfortante donde está todo el mundo y no tener la fuerza suficiente para traspasarla. Nadie me habló ni de su existencia, por qué iba a necesitar entrar? Quedarme fuera. A pesar de todo, comunicación con el interior, pero no física. Visual. Estás dentro, te veo. Mariposas en mis oídos resonando, o aleteando? No sé, se fueron, ellas sí entraron. Oscuridad, silencio. Pondré algo de rap en mi cabeza. Espera, alguien me ha robado mis canciones. Intento gritar, pero alguien calla mi voz. Fue el tabaco, quizás? Fuiste tú? Golpeo el suelo. Ya no oigo nada. Bueno, sí, a mí, pero eso nunca ha sido improtante.